viernes, 15 de junio de 2018

UN ANÁLISIS DE MIERDA


¿Cagar o no cagar? Esa es la cuestión
En los últimos meses, se han dado una serie de eventos que me llevan a reflexionar sobre este hecho tan natural, de ir al baño y expulsar de forma material todo lo que tu cuerpo no absorbió.
Actualmente la convivencia en mi oficina, un lugar de 5 X 6, en el que estamos 20 mujeres, 3 varones y un baño, ha servido de caldo de cultivo para que sean impuestas una serie de reglas, en las que algunas ya rayan la locura, o simplemente se transforma en un micro espacio de juego de poder, en el que se dividen el grupo de los que están en pro de las buenas costumbres y el bienestar del grupo que son las imponen las reglas, conformado por 4 personas, y el resto de la micro población que debe acatar dichas disposiciones. Esto claro se da porque las 4 tienen la anuencia de la responsable del lugar.
(Y acá hago una pequeña pausa al relato, porque en realidad lo que me interesa analizar es como a medida que va pasando el tiempo, y se deja avanzar sin organización de las personas obreras y sin chistar, se crean las condiciones para recrudecer las reglas y someter a la población. Esta falta de organización se da en razón a la precarización laboral, un grupo de trabajadoras solamente contratadas, que con algún descuido o que realicen una actividad que este desaprobada por el jefe puede significar una mala evaluación y una oportuna descontratación)
Continuando con el relato contextualizador, todo esto empezó con una simple regla lógica y absolutamente necesaria, que es que hay que mantener limpio el baño que todos y todas usamos, luego otra regla absolutamente necesaria, no limpiar la guampa en el lavamanos, porque este se tranca con las partículas de yerba, la tercera regla, también necesaria que es cada basura orgánica se debe tirar en el basurero común del piso, porque obviamente con el calor de Paraguay esto fermenta y genera muy malos olores en una oficina tan pequeña se vuelve insoportable estar en ese lugar. Y hasta acá todo bien, pero es así como empezó todo, luego ya empezaron las reglas que se han vuelto total y absolutamente arbitrarias, las mismas consisten en:
  1. Prohibido tirar basura que no sea papel en los basureros, o sea que si te tomaste jugo en un vaso de plástico, está absoluta prohibido que tires ese vaso en los basureros de la oficina, estas personas que comprenden el grupo de 4 personas son las que tienen el basurero a su lado para realizar el control correspondiente.
  2. Prohibido tener más de una taza por persona (se subastaron las tazas que estaban de más, que pertenecieron a algún trabajador que ya no estaba en la oficina)
  3. Prohibido olvidarse de los tupper en la oficina, o se les llamara la atención en público para que todos se enteren quién es la persona puerca.
  4. Prohibido las Deposiciones Solidas en el Baño (o sea Cagar), independientemente de que cumplas con todas las reglas para evitar los malos olores y mantener limpio el baño.
  5. Y la última, detonante de este análisis, Mantener la Puerta del Baño trancada todo el día, porque el baño suda y emite gérmenes que nos pueden llegar a matar.  Y los compañeros y compañeras son tan maleducados que no saben mantener la tapa del inodoro cerrada así como la puerta del baño. (Copiado textualmente de las palabras de la compañera que impuso las reglas)


Y aquí empiezo con el análisis, tomaré las dos últimas reglas para hacer una reflexión más acotada y certera. Luego de ser impuestas estas dos reglas se me ha consumido la cabeza y me ha trabajado psicológicamente, yo que de por sí soy estreñida, hoy no puedo evacuar ni en mi casa, en razón a la presión generada por estas reglas tiránicas.
 Y ahí me viene la mente la condición de la mujer, que de por sí, socialmente hablando tiene prohibido defecar, porque está mal visto, porque tirarse un pedo es de puercas, porque ser un humana no es una opción para la mujer. Y me deja triste ver como un grupo de mujeres repite sistemáticamente las prácticas del patriarcado generando reglas que solo tienen la intensión de reprimir a otras compañeras. En este sentido, la persona que esta a cargo de mediar las situaciones de conflicto no toma cartas en el asunto, o más bien si las toma y se coloca del lado del grupo que impone las reglas.
Luego otro tema que me lleva a esta reflexión es, como este ambiente tenso genera una división del grupo de trabajo, quiebra las confianzas entre compañeras haciendo que el ambiente de trabajo sea desagradable, no haya un verdadero empeño para dar lo mejor de cada uno y crea sectarismos. (De a ratos siento que estoy viviendo una de esas películas para adolescentes que muestra en los colegios un grupo que son “Las Populares” vs “Las Divinas”).
Otro factor, que también puedo divisar con esta situación, es que actualmente el gran tema de discusión de la oficina se ha limitado a la pertinencia o no de usar el baño, haciendo que ocupemos nuestros tiempos en temas absolutamente banales, perdiendo el horizonte de los temas importantes que pueden ayudar a mejorar y tecnificar las capacidades de cada funcionaria y funcionario de esa oficina. Actualmente estamos en la pavalatería.
En conclusión, si bien este artículo ha sido más bien un reniego de mi propia suerte, antes que un análisis técnico, el espíritu vale para  demostrar que de los microclimas de convivencia se pueden divisar muchos temas de debates, que hoy es encuentran en la esfera social de discusión. Aquí sacamos el tema de condiciones laborales, de hacinamiento, organización, ejercicio de poder en micro espacios, y movimientos conductuales de la población de acuerdo a la coyuntura en la que se encuentran.
Espero les haya entretenido.